Querida madre biológica


Cuando nuestros hijos llegan a casa, lo hacen llenos de heridas de todas esas batallas que han tenido que librar sin ayuda hasta que nosotros aparecimos en su vida.

Algunas son heridas físicas: retrasos psicomotores y lingüísticos, retrasos afectivos, patologías varias… todo dentro de lo que nuestros Certificado de Idoneidad denomina “enfermedades recuperables” (puesto que en mi caso no fuimos tan valientes como para aceptar pequeños con enfermedades no recuperables- crónicas). Es decir, todo tiene “arreglo” en más o menos tiempo; con más o menos medios.

Sin embargo, nuestros hijos también traen otras heridas que no se ven: las del alma. Y entre ellas la más honda de todas: aceptar que tu madre biológica te haya abandonado.

Yo pienso mucho en la madre biológica de Sergio, en la situación de la familia de origen de mi hijo. Sobre todo en lo que sentirán. Si pensarán en él. Sé que no soy la única. Un ejemplo, el de esta madre que escribió un libro pensando en ella y que tituló Cartas a Natalia.

Para mí, es una forma de aprovechar este lapso de tiempo que me ofrece la corta edad de mi hijo (las preguntas no llegarán hasta dentro de unos años) para elaborar mi propio duelo por esa madre. Intento entender su situación y, sobre todo, lo que yo siento por ella a fin de tenerlo claro cuando llegue el momento de dar explicaciones a mi hijo.

Sé que no podré ser neutra cuando hable de ella con Sergio porque no creo que la objetividad exista. Por eso quiero que lo que haya tras mis palabras sea comprensión y agradecimiento, nunca rencor o malos sentimientos. Y para llegar allí aún tengo que aprender a convivir con su fantasma.

Porque las alegrías de mi hijo son las mías, como lo son sus penas. Así que también son míos sus fantasmas.

7 comentarios:

  1. Me ha encantado tu entrada de hoy, el tema de la madre biológica es un tema importante, que como bien dices saldrá en las conversaciones de nuestros pequeños, solo espero poder hablar de ella con serenidad, agradecimiento y respeto.

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  2. Hola María, lo primero de todo quería agradecerte que compartas con nosotros tu blog. Yo adopté a mi hija en Kazajstán hace 2 años y medio y como tu dices también pienso mucho en su madre biológica, pero me he dado cuenta que es algo frecuente entre las madres adoptivas. Mis sentimientos hacia ella son de agradecimiento a la vez que siento pena por ella, por lo que se ha perdido, es más, a veces siento como si le estuviera "robando" esa felicidad tan inmensa que me da mi hija y por eso siento pena por ella.
    Mi niña tiene 3 años y medio y aunque todavía no pregunta demasiado, ya le he explicado que ella no estúvo en mi tripita, que estúvo en la de otra señora y de momento parece que lo entiende bien y no le importa demasiado, supongo que cuando se vaya dando más cuenta sentirá ese dolor tan temido por las madres adoptivas, pero para eso estaremos nosotras, para mitigarlo. Un abrazo:

    Maite.

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  3. Hola, acabo de descubrir tu blog a través de un comentario que has dejado en el mío... en este momento no puedo leerte pero así por encima me da que me gustará hacerlo, así que te enlazaré a mi blog y ya irmeos hablando.
    Laura.

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  4. Hola me llamo Sergio, y acabo de descubrir tu blog, como padre adoptivo me interesa todo este tema, y por eso me he hecho seguidor de tu blog asi que espero disfrutar de tus comentarios empezando por esta entrada que me ha encantado, asi que ya sabes ya tienes un seguidor mas.
    Por cierto tambien tengo un blog por si le quieres echar un vistazo, la direccion es lomejordelaadopcion.blogspot.com.

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  5. Gracias Laura por enlazarme en tu blog. Espero no defraudar tus esperanzas ;)

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  6. Hola Sergio. Es un placer conocer también a padres adoptivos y no sólo a mamas. ¿Tu hijo ya se llamaba Serguei o se lo habéis cambiado para que se llame como su papa? Me alegro de poder contar con la experiencia de gente que lleva más tiempo como padre adoptivo que nosotros. Un fuerte abrazo

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  7. Pues en realidad se llamaba Artemiy y le pusimos el nombre de Sergio Artemiy, asi que le pusimos mi nombre y le respetamos el suyo

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